Hasta siempre
No, no me despido del blog. Pero es que ayer fue un dia triste. Fue el último viaje de mi coche hacia su inminente destrucción. Mi pequeño gran compañero durante años va a ser aplastado y descuartizado en un desguace sin piedad ni sensibilidad por lo que toma entre sus garras (de hecho, calculo que mientras escribo estas líneas estará siendo ajusticiado muy probablemente).
Siempre he pensado que era una persona más bien despegada de los objetos de recuerdo. No soy el típico que se guarda entradas, papelitos o cachivaches de recuerdo de los lugares o acontecimientos a los que voy, así como en otros ámbitos no me considero un sentimental ni mucho menos. Pero ayer por la tarde, bajando del trabajo al concesionario para dejar por última vez mi coche, me dio el bajon...Coincidió que venia de extirparle el equipo de música (no es plan de enriquecer al del desguace con la miseria que te dan por el coche) con lo que bajaba en un silencio total, con el ronroneo del motor que más bien me sonaba a lamento y un montón de nada alrededor. En ese trayecto me han pasado por la mente la cantidad de recuerdos que se llevaba aquel coche. Allí he vivido momentos que dificilmente olvidaré, algunos buenos, otros muy buenos y algunos muy malos; conversaciones, consejos, discusiones, lágrimas, besos, viajes, paisajes, canciones en momentos clave, risas, vivencias....
El caso es que el hecho de abandonar a mi pobre coche a su muerte me hizo sentir como si me estuviese deshaciendo de una parte de mi vida, de mis recuerdos, de mi personalidad. Llega un momento en que si utilizas mucho el coche, éste llega a formar parte de tu personalidad y de lo que eres, o al menos esa sensación he terminado teniendo yo. Sentí pena, mucha, y no sé por qué el hecho de ver allí el coche nuevo no apaciguó demasiado el mal sentimiento que cogí por desprenderme de una parte de mi vida. Supongo que será normal y que cuando me suba en el nuevo lo veré todo de otra manera, pero aquella tarde fue de luto para mi. Descanse en paz, por piezas...
Siempre he pensado que era una persona más bien despegada de los objetos de recuerdo. No soy el típico que se guarda entradas, papelitos o cachivaches de recuerdo de los lugares o acontecimientos a los que voy, así como en otros ámbitos no me considero un sentimental ni mucho menos. Pero ayer por la tarde, bajando del trabajo al concesionario para dejar por última vez mi coche, me dio el bajon...Coincidió que venia de extirparle el equipo de música (no es plan de enriquecer al del desguace con la miseria que te dan por el coche) con lo que bajaba en un silencio total, con el ronroneo del motor que más bien me sonaba a lamento y un montón de nada alrededor. En ese trayecto me han pasado por la mente la cantidad de recuerdos que se llevaba aquel coche. Allí he vivido momentos que dificilmente olvidaré, algunos buenos, otros muy buenos y algunos muy malos; conversaciones, consejos, discusiones, lágrimas, besos, viajes, paisajes, canciones en momentos clave, risas, vivencias....
El caso es que el hecho de abandonar a mi pobre coche a su muerte me hizo sentir como si me estuviese deshaciendo de una parte de mi vida, de mis recuerdos, de mi personalidad. Llega un momento en que si utilizas mucho el coche, éste llega a formar parte de tu personalidad y de lo que eres, o al menos esa sensación he terminado teniendo yo. Sentí pena, mucha, y no sé por qué el hecho de ver allí el coche nuevo no apaciguó demasiado el mal sentimiento que cogí por desprenderme de una parte de mi vida. Supongo que será normal y que cuando me suba en el nuevo lo veré todo de otra manera, pero aquella tarde fue de luto para mi. Descanse en paz, por piezas...